Esta vez no fueron el italiano Vincenzo Nibali y el colombiano Sergio Henao los que se fueron por los suelos en la peligrosísima bajada de Vista Chinesa, el puerto decisivo de la prueba, sino la holandesa Annemiek van Leuten, que había dejado cortada en la bajada a la estadounidense Mara Abbott, cuarta al final y la otra gran damnificada de la caída.
Abbott, que había seleccionado el grupo de las mejores en la durísima subida al Alto de las Canoas, la primera mitad de Vista Chinesa, iba unos metros por detrás de Van Leuten cuando se cayó de forma muy aparatosa. De haberse juntado las dos tras la bajada, quizás los cerca de 40 segundos que tenían de ventaja sobre el trío perseguidor, el que se repartió las medallas, hubiesen sido oro y plata. Abbott, sola ante el peligro, aguantó bien los primeros kilómetros hacia Copacabana, pero con el desgaste fue cediendo terreno y fue cazada a pocos metros de meta, justo cuando Van der Breggen, Johansson y Longo lanzaban el esprint para el reparto de preseas.
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