miércoles, 5 de diciembre de 2018

La dinastía Aguilera en BMX sigue con Luciana y Mariana



Luciana (12 años) y Mariana Aguilera (8) llevan el bicicross en la sangre, porque su padre Mario fue un piloto destacado y su tío Paulo Víctor Aguilera mucho más, fue cinco veces campeón mundial a fines de los 90. Ambas niñas, pese a su corta edad, ya cosechan éxitos para Bolivia.

La mayor de las hermanas alcanzó este año, en su categoría, el título continental panamericano, mientras que la menor obtuvo el tricampeonato como subcampeona mundial.

Al margen de Jaime Quintanilla (22 años) y Sebastián Ordóñez (9), los dos pilotos bolivianos de BMX más destacados en el contexto internacional, las Aguilera son lo mejor de Bolivia en la rama femenina.

En esta temporada que está por concluir, ambas cumplieron muy buenas actuaciones en las fechas de la Copa Latinoamericana que se cumplieron en Sucre (Bolivia), Medellín (Colombia), Santiago (Chile) y hace dos semanas en Buenos Aires (Argentina).

En este último certamen en territorio argentino, Luciana logró el bicampeonato latinoamericano, mientras que Mariana el “tri”, cada quien en su respectiva categoría.

Luciana cuenta que pese a ser la mayor empezó en esta disciplina luego de su hermana menor, porque la vio competir y eso la motivó a seguirla y le agarró el gusto. “Me siento feliz en cada carrera, porque siempre represento a Santa Cruz y si voy afuera compito con la bandera de Bolivia”.

Recuerda que este año fue inolvidable, porque de todas las competencias departamentales, nacionales e internacionales en las que compitió, en gran parte de ellas demostró superioridad. “En Medellín le gané a la colombiana de mí categoría, que es subcampeona mundial en Bakú, y a otras rivales difíciles con quienes corrí, pero gané porque voy con buena preparación”, detalla.

Durante el año, por las mañanas, va al colegio, luego a primeras horas de la tarde hace sus tareas y entre las 16.00 y 20.00 se entrena junto con su hermana. “De lunes a viernes son cuatro horas de trabajo, los fines de semana competimos, de lo contrario seguimos entrenando, pero con menor ritmo. Para mí vale la pena todo ese esfuerzo, porque luego una gana los campeonatos y esa es la parte bonita”, agrega Luciana.

En la mente de la mayor de las Aguilera está el correr muchos años más, con el gran objetivo de competir y ser campeona olímpica.

Por su parte, Mariana, la menor de las dos, apunta a repetir los éxitos mundiales de su tío Paulo Víctor, quien de niño fue un destacado bicicrossista internacional. “Mi pensamiento es ganar, como dice mi padre. Tengo fuerza para llegar primero”.

No recuerda con certeza cuántos y qué títulos ganó porque compite desde hace 4 años. Pese a su corta edad, sabe que recibe el auspicio de La Boliviana CiaCruz, que le ayuda con algunos gastos.

“También quiero agradecer a mi familia y a mi tío Paulo Víctor, que siempre me dice que voy a llegar a lo más alto, como él lo hizo”, anota la menor de las Aguilera.

La bicicrossista recuerda que desde los 6 años comenzó a cosechar títulos, logrando su primera corona nacional, y de ahí es que obtuvo una seguidilla de victorias tanto dentro como fuera del país. “Me dicen que tengo mucha potencia y buena técnica, por eso estoy entre las primeras”.

Mario, el entrenador y padre de las pilotos, sostiene que en Santa Cruz el apellido Aguilera es sinónimo de BMX y que al paso que van las dos niñas podrán superar a su hermano y a él. “Mi satisfacción es verlas felices porque practican el deporte que les gusta y lo hacen a nivel internacional, mientras que en Bolivia mantienen el apellido Aguilera en el BMX como una tradición”.

Ya pasaron muchos años desde la primera vez que las dos pidieron bicicletas para competir de manera local. Ahora lo hacen a nivel internacional.

El progenitor de las Aguilera también destaca que desde hace algunos años no se tenía a dos pilotos mujeres de nuestro país con ese éxito en el BMX internacional.

Agrega que el talento que ambas demuestran se ha desarrollado gracias a una planificación que cumplen en el año y que para mantener ese nivel competitivo se entrenan con mucho trabajo y, además, sin dejar de atender el colegio, que es también lo primordial.

“Pese a que son niñas, ellas aprenden a sobrellevar las exigencias de los entrenamientos, que son todos los días en la semana, más los viajes y la presión que implica una competencia. Creo que ese es un punto destacado de ambas, porque no todos los deportistas pueden aguantar un ritmo así, otros no toleran la exigencia y dejan de competir”, explica el padre de las Aguilera.

Sin embargo, no oculta su desilusión porque ese sacrificio individual y de su familia no tiene respaldo de las autoridades locales o nacionales.

Cuenta, por ejemplo, que la semana pasada, luego de competir en Buenos Aires, los tres volvieron a Bolivia por tierra. Llegaron el miércoles por la madrugada a Santa Cruz y por la noche ya se entrenaban.

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