Horner escuchó el himno de su país frente a La Cibeles y de espaldas a la Puerta de Alcalá. Muy “chulapo”, como siempre, risueño, recibió el reconocimiento del campeón acompañado de su gran rival, el italiano Vincenzo Nibali (Astana) y del español Alejandro Valverde (Movistar), sus escoltas en el podio.
Un fin de fiesta previsible después de cumplir con el trámite de la última etapa, esta vez con el trayecto de 109 kilómetros desde Leganés, al que se apuntó como vencedor al esprín el australiano Michael Matthews, el mismo que se impuso en Lago de Sanabria, una de las esperanzas del ciclismo de su país.
El “abuelo” Horner, a punto de cumplir 42 otoños, se ha llevado una Vuelta que ni él mismo esperaba. Se conformaba “con vestir algún día el maillot rojo”, pero en la carretera ha demostrado ser el más fuerte. Ha roto muchos planteamientos. Llegó a la salida de Galicia después de una lesión de rodilla que le impidió correr el Tour y con solo 14 días de competición.
Los técnicos del Radioshack destacan la mezcla de fortaleza física y mental. “Ilusión, trabajo y ganas de cuidarse” son sus claves. Por eso, bromea, se plantea “durar hasta los 50 años”. De momento, no tiene equipo para 2014, pero irá a por su vigésima temporada como profesional.
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