“Soñaba con esto, pero no creía que fuera tan rápido. El tiempo en mi vida pasa volando”, afirma el menudo ciclista de Boyacá.
A los 23 años, Quintana se convierte en el primer ciclista latinoamericano que sube al segundo peldaño del podium del Tour de Francia. Lo hace en su primera participación y tras haber demostrado una gran potencia, como si el ciclismo le mostrara el camino de la gloria que le anunciaban en su niñez.
Una precocidad que augura un futuro prometedor, el de un ciclista nacido para ganar algún día el Tour. En la centésima edición fue el único que plantó cara al británico Chris Froome. En el futuro cercano, un duelo entre ambos se perfila en el horizonte.
“Va a ser el ciclista del que más se va a hablar en los próximos años”, asegura su director, Eusebio Unzúe, que ya sabe lo que es ganar el Tour con Pedro Delgado, Miguel Indurain y Óscar Pereiro. “Lo que más extraña de él es su madurez”, agrega el director del Movistar, que le considera “un ciclista con el motor de un grande y con la cabeza de un líder”.
Nacido en la ciudad de Tunja el 4 de febrero de 1990 en el seno de una humilde familia campesina, Quintana no adoptó la bicicleta por devoción. Era su medio de transporte diario para acudir a la escuela y allí comenzó a destacar, en las pendientes que llevaban desde su domicilio al colegio de la vecina Arcabuco, con el 8 % de desnivel medio.
“Me he criado a 2.800 metros, eso me da ventaja en este deporte, es el mejor lugar del mundo para entrenar”, asegura el subcampeón del Tour.
Primero pasó por las formaciones colombianas “Boyacá es para vivirla” y “Café de Colombia”, donde obtuvo sus primeros resultados. En 2010 ganó el Tour del Porvenir y dos etapas y, al año siguiente ya estaba en la nómina de Movistar.
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