Froome volvió a demostrar su superioridad con tres certeros ataques en la montaña pelada en los que fue fulminando a todos sus enemigos. Cruzó la meta a lo grande, como hizo Eddy Merckx en 1970, también vestido de amarillo. Froome, como el "canibal" aquel año, necesitó oxígeno tras cruzar la pancarta de meta.
En su segunda victoria en el Tour del centenario aventajó en 29 segundos a Quintana, el único que le trató de tú a Froome, pero solo hasta el último kilómetro, cuando la pluma colombiana cedió. Detrás llegaron a 1.22 minutos "Purito" Rodríguez y Mikel Nieve, y a 1.40, después de un duro castigo, Alberto Contador, soltado de la rueda del ganador a 7 kilómetros de meta.
Otro paso atrás del madrileño, lejos de su mejor versión, incapaz de responder al arreón lejano de Froome. Su único "consuelo" es que se acerca a 11 segundos de la segunda plaza de la general, que mantuvo el holandés Bauke Mollema.
Tampoco tuvo su día Alejandro Valverde. Después del varapalo del día de los abanicos, el murciano perdió otros 2.32 minutos. No estuvo en la pomada y ahora en su equipo cambiarán los papeles, tendrá que ayudar a Quintana como baza del Movistar.
Froome fue el amo en "la última montaña antes del mar", en ese mágico monte de aspecto lunar en cuyas laderas decenas de miles de personas se apostaron para ver cómo el ciclista de origen keniano daba un paso hacia París tan gigante como el propio Ventoux.
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