lunes, 19 de septiembre de 2016

Nairo, el prodigio de Boyacá


Nairo Quintana dio un paso más para convertirse en leyenda del ciclismo colombiano al ganar su primera Vuelta a España, mientras alimenta la ilusión del Tour de Francia, "el sueño amarillo", que ya es el único que le queda por cumplir.

Ganador del Giro de Italia en 2014 y ahora de la Vuelta, el Tour sigue siendo la única gran carrera de tres semanas que se le resiste, pero "el sueño amarillo sigue vivo y seguiremos luchando por conseguirlo", advertía recientemente.

Y sin duda se trata sólo de una cuestión de tiempo que lo logre para afianzar su imagen de mejor ciclista colombiano de todos los tiempos logrando el ansiado triplete, que sólo han logrado un puñado de corredores como Bernard Hinault, Eddy Merck o Alberto Contador.

"Nairoman”, pese a sus aires plácidos y su aparente calma, es un depredador único. Tiene una mentalidad ganadora que asusta. Cuando se fija un objetivo no duda y no para", dijo en una ocasión el director del Movistar, Eusebio Unzué.

El mentor de Miguel Indurain, con el que ganó cinco Tours, además de dos más con Pedro Delgado y Óscar Pereiro, no dudó en fichar en 2012 a este joven colombiano al que ha transformado en todo un campeón.

Con solo 23 años, Quintana sorprendió al mundo del ciclismo al acabar segundo el Tour de 2013, por detrás del segundo de la Vuelta 2016, el británico Chris Froome y desde entonces, no ha vuelto a bajarse de los podios de las grandes.

Campeón con proyección

En 2014, se vistió de rosa ganando el Giro de Italia y al año siguiente fue segundo en el Tour, antes de llegar a 2016 con su tercer puesto en el Tour y su victoria en la Vuelta.

Estos éxitos a sus 26 años hacen augurar una todavía larga proyección, ya que como él mismo dice "sigo creciendo".

Quintana puede considerarse un 'prodigio' del ciclismo, forjado desde pequeño en las montañas de Boyacá con sus idas y venidas al colegio en bicicleta.

"El autobús se paraba justo delante de casa. El precio del pasaje no era exorbitante. Pero yo prefería ir en bicicleta porque me gustaba más", explicaba en una ocasión al diario L'Equipe desmintiendo que fuera en bicicleta por falta de recursos familiares.

De hecho, el niño Nairo compaginaba el ayudar a sus padres en la tienda de frutas y verduras que poseía la familia con el colegio al que acudía pedaleando.

Así recorría a diario los 16 km que separaban su casa del colegio, con una bicicleta de acero de 12 kg de peso que compró con sus primeros ahorros y superando rampas del 8% en las duras montañas colombianas para dibujar el gran escalador que es.

Duelo con 'Pistolas'

Kilómetro a kilómetro se fue forjando el cuerpo de un ciclista de élite, pese a que fue un niño enfermizo.

Nairo fue víctima de niño de la enfermedad conocida como "el tentado del difunto" que transmitían las mujeres embarazadas que estaban en contacto con moribundos, pero "luchamos, salimos de eso", recordaba el ciclista.

El colombiano asegura que el gusanillo del ciclismo como deporte le picó con 15 años cuando siguió a unos ciclistas que estaban entrenando en las montañas de Arcabuco, en el departamento de Boyacá.

"Cuando el grupo subía y comenzaron a acelerar y acelerar, vi que tenía fuerzas. Cuando me di cuenta, sólo habíamos coronado dos", relataba hace unos años al diario El Tiempo.

Pero, su primera 'victoria' fue ante un tal Juan Pistolas: "Era el referente de la región. Tenía 15 años como yo. Se pasaba el día corriendo en bici, sumando copas y medallas. Tenía una bicicleta en carbono con las ruedas que utilizaba Lance Armstrong (...)".

"Su padre, al que le gustaba fardar, apostó a que su hijo me ganaría en una distancia de 50 km. Sólo vio mi rueda trasera y, además, no acabó", contó también en una ocasión para L'Equipe.

Sin haber dejado aún el instituto, dio el salto a profesionales sin pasar por la categoría amateur.

En 2010, se proclamó campeón de Colombia juvenil en contrarreloj y ganó el Tour del Porvenir. Pese a no vivir un gran 2011 por numerosas caídas, alguien había hablado ya de Quintana a Unzué y el Movistar vino a por él.

Lo que sigue ya es historia escrita... y por escribir.

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