lunes, 19 de octubre de 2015

Gilver Zurita dejó el país y la U a los 20 años por falta de dinero. Ahora es un emblema total del pedal nacional

Hace ocho años, si alguien le hubiese dicho que iba a ser uno de los ciclistas más importantes del país, tal vez no lo hubiera creído. Era un tarateño de 20 años viviendo en España, parte de la estampa del universo de paisanos que vive en el Viejo Continente tras el sueño europeo.

Gilver Zurita (28 años), uno de los nombres más respetables en el deporte del pedal contemporáneo y actual subcampeón nacional en mountain bike cross country, vivió de todo antes de convertirse en la figura que es. La pasó mal en Europa, cuando decidió independizarse tras dejar inconclusa su carrera en la UMSS.

“Estaba estudiando ingeniería civil. Mis papás fueron sinceros conmigo. No había plata. Está en mí volver a estudiar. Voy a hacerlo, aunque sea para orgullo mío”, dice quien había dejado la casa de sus padres en el pueblo Méndez Mamani, en 2007.

Hablar de sus cosas personales lo incomoda, mucho más si se trata de su pequeña hija. “Es algo muy privado”, se excusa, intentando concertar una sonrisa que abra paso a su próxima reacción. Nos recibe en su trabajo, la tienda Bicibol, que luego de una hora se convertirá en una suerte de santuario de sus recuerdos.

Está cansado. Aún guarda hilos de la fatiga que le dejó el Clásico RCN de Colombia, en el que terminó adueñándose del puesto 98 hace dos semanas, y la Vuelta al Cono Sur, en la que participó el fin de semana y salió airoso.

P: ¿Qué hubo detrás de escena en el Clásico RCN?

R: Hubo muchas cosas (risas). La primera etapa empezó en un ambiente muy caluroso, en Villavicencio. Comencé bastante bien, pero al cerrar el tramo tuve muchos pinchazos y me salvé de un par de caídas dentro de los 5 kilómetros hacia la meta. De hecho crucé así, con la rueda pinchada.

P: ¿Si no pinchabas, conseguías un mejor resultado global?

R: No tanto, lo que en verdad nos faltó a los bolivianos fue fogueo. Estuvimos sin correr casi todo el año. De repente hay carreritas hasta de 3 días, pero eso no levanta el nivel del ciclismo local. Hace dos años que no se hacen la Vuelta a Oruro, a Cochabamba ni la de Santa Cruz. En este caso fuimos al Clásico sin tener competencias largas. Eso nos desfavoreció.

P: ¿Cuánto vale la bici en la que corriste?

R: Tres mil dólares, un monto mediano. Hay bicicletas muy buenas que cuestan como mínimo 9 mil dólares. Con una de ese precio acá uno está hecho. Algunas pesan hasta 6.8 o 7 kilogramos. La mía pesa 8.5. Imaginate, corrí con un kilo y medio extra.

P: Aun así, tu participación fue buena.

R: Sí, estoy muy conforme. Recuerdo la penúltima etapa, que fue la más dura. Tenía 23 km de ascenso a más de 10 por ciento de desnivel. Había soñado con esa etapa porque en la Vuelta a Colombia la corrí en sentido contrario. Esa mañana salí con mucha confianza a pesar de que era penúltima e íbamos con las fuerzas medidas. Coroné en la cumbre entre los 30 primeros.

P: ¿Cómo se dio el compañerismo entre paisanos. El Volcán Soliz fue solidario?

R: Siempre entre bolivianos tratamos de darnos una mano. En competencia, por ejemplo, el equipo de Óscar estaba mejor abastecido. Recuerdo que él y Bacilio (Ramos) nos dieron botellones de agua. Como Óscar ya conoce bien las rutas, nos daba indicaciones y nos alertaba en pleno pelotón.

P: ¿Cómo vive actualmente Gilver Zurita?

R: Estoy en una habitación alquilada, en La Chimba. Trabajo en la tienda de Juan Carlos Céspedes, dueño del equipo Bicibol. Es tarateño, igual que yo. Dí mis primeros pasos con él. Cuando puedo voy a mi casa para compartir con mis papás (Liborio y Julia). Siempre que puedo les colaboro en algo, porque llevar todo esto es costoso para mí. Si bien el club Pío Rico me da un salario por 10 meses, no es mucho.

P: ¿Qué dicen tus padres?

R: Siempre quieren que sus hijos estudien. Llegué a estar en la U. Estaba en ingeniería civil. Ellos fueron sinceros conmigo y me dijeron “No podemos. Si puedes seguir, adelante”. En aquel momento, cuando tenía 18 años, yo no sabía ganarme la vida y lo dejé. Cuando comencé con el ciclismo y lo tomé en serio se opusieron, pero ya había tomado la decisión. Me salí de la casa.

P: Luego te animaste a viajar a España.

R: Sí, a los 20. Allá subsistí como todos los bolivianos. Fue una experiencia buena y mala a la vez. Estuve dos años, no podía acomodarme bien y regresé. Trabajé aquí para comprarme una bici y luego entré al ciclismo.

P: ¿Está en carpeta volver a estudiar?

R: Por supuesto. Estoy pensando seguir una carrera técnica. Voy a estudiar sí o sí, aunque sea para orgullo mío y de mis padres.


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